Llegaste en silencio y en silencio te has ido dejando conmigo un ruido tremendo. Recuerdo que abrazaste todo mi espacio y yo te abracé más fuerte que el tiempo. El pasado es ahora quien muerde los pies y el futuro late a un ritmo más lento. Qué equivocados están los que os abandonan los que aprietan el gatillo porque sois sólo perros. No saben que la bondad más profunda y sincera, como un juramento, te mira desde abajo como se mira a los dioses. Ahora miro hacia arriba para verte aunque no estés; siempre serás. Quizá con otro nombre, otra historia, otro ladrido. Otra manera de decir lo mismo. Me esperas. Te espero. Volveremos a vernos. Te prometo en futuro. No puedo conjugar tu nombre en pasado pues lo pasado se apaga y tu brillo es eterno.
204,8 kilómetros se abren ante mí. Tomo aire y empiezo el camino con una mochila como equipaje, y la naturaleza como copiloto. El sonido de los pájaros y el crujir de las ramas en nada se parecen al de los coches y la rutina. Una piedra en medio del sendero me saca del ensimismamiento. Por suerte, una mano me agarra fuerte del brazo y me salva de la caída. Levanto la mirada para darle las gracias y veo la cara de mi padre, joven, sonriente. Me ayuda a sacudirme la tierra de las rodillas y caminamos juntos de la mano. Torpemente, enlazo una zancada con la siguiente. En la fuente más cercana, me refresco y limpio la herida. Papá se sienta en un banco y me dice con gestos que siga, que ya me alcanzará. Apenas he dado un centenar de pasos cuando toda mi atención se dirige hacia mis pies. Un repentino dolor en las puntas de los dedos me hace detenerme; el calzado se me ha quedado pequeño. Mis piernas se vuelven largas y gráciles, y gano varios centímetros de altura. En ese momento, aparec
De querer siempre más. De no encontrar el momento. De ser feliz condicionalmente. De acostumbrarse sin querer y sangrar al desacostumbrarse. De querer irse sin apenas haber vuelto. De no saber volver. De perder el tiempo. De ni siquiera buscarlo. De guerras. De sus heridas vitalicias. De cobrar con intereses. De frenar instintos. De beber para olvidar. De no querer olvidar. De morir de remedios y no enfermedades. De guardar botellas en mensajes. De eso, más que de carne y hueso...
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