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Casi.

Febrero, Sóplame las velas Y apágame los sueños No sentencies mis arrugas Mis desvelos Que acunan mis brazos Cuando el alba no llega Haz que renazca como aquel día. Marzo, Derríteme este frío Que no estremece, pero quema Y de la profunda melancolía De no haber sido nunca mía Aviva el fuego de su hoguera. Abril, Apuéstale al sol que de este invierno salgo Tú, que en mutuo desacuerdo con la primavera, Bañada en flores la trajiste Tú, abril, llévame lejos Como el fruto que, por amor a la tierra, Abandona sus raíces. Mayo, Bórrame las cruces de la piel Que ya no hay días que contar Y de mis manos sus medidas Que duelen como niños En la guerra. Junio, Se acaba el curso, prepara las despedidas Rompes la rutina y cierras Con fuerza La puerta al paraíso Y me ensordecen aún todas las cicatrices Que emanan de las heridas Y de los te quiero que escuché Pero ella no dijo. Julio, Dile al sol que no me halague Que de su sangre mi piel ya está enrojecida Y

Imposibles.

Ella me cortó las alas y  dijo: “Vuela”. Rompió mis huesos y  dijo: “Ven”. Tapó mis ojos y me dijo: “Mírame”. Me atragantó con promesas y dijo: “Diles”. Me rajó los labios y dijo: “Estás tan guapa cuando sonríes…”. Me arañó la espalda y  dijo: “Llévame”. Se perdió en mis muslos y me dijo: “No grites”. Enloqueció mi reloj y  dijo: “No tardes”. Hizo a mi brújula perder el sur y me dijo: “Baja”. Mordió mis pies y me dijo: “Baila para mí”. Embriagó mis oídos con boleros y me dijo: “Nunca escuchas”. Me cortó los dedos y dijo: “Hazme temblar”. Me cosió la lengua y dijo: “Uno de Neruda”. Me apagó la voz y dijo: “Más fuerte”. Ella me vestía de imposibles e invitaba a mi espejo a no mirarme. Llenó mi papel de versos frustrados y mi memoria de su nombre. Y me dijo: "Ahora, bórrame".

Comienzo conmigo.

Yo, que vislumbro esperanza en lo que a nada se parece que consumo palabras a destajo y me tapo la boca para que no se escape el humo que lleno mi agenda de planes conmigo – y a menudo me fallo – que me contamino la sangre con cuentos de hadas (que me abandonan en el nunca y jamás vuelven) que me asomo a mi vacío y se me caen las alas que llamo hogar a las manos que tiemblan que no sé llorar sin echar de menos que no sé echar de menos sin echar de más que no conozco ausencia más puta que ésta que asfixio al mar con historias de naufragios y aún no sé nadar.

No más.

En aquellos momentos en que fuimos felices sin saberlo habría jurado que llegaríamos a ser más de lo que ahora somos, un recuerdo.

Nocturno a Rosario. Manuel Acuña

[...]Comprendo que tus besos jamás han de ser míos, comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás, y te amo y en mis locos y ardientes desvaríos bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos, y en vez de amarte menos te quiero mucho más.          A veces pienso en darte mi eterna despedida, borrarte en mis recuerdos y hundirte en mi pasión mas si es en vano todo y el alma no te olvida, ¿Qué quieres tú que yo haga, pedazo de mi vida? ¿Qué quieres tu que yo haga con este corazón?[...]