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El camino de la vida (Relato premiado en el concurso #HistoriasdelCamino de ZENDA)

  204,8 kilómetros se abren ante mí. Tomo aire y empiezo el camino con una mochila como equipaje, y la naturaleza como copiloto. El sonido de los pájaros y el crujir de las ramas en nada se parecen al de los coches y la rutina. Una piedra en medio del sendero me saca del ensimismamiento. Por suerte, una mano me agarra fuerte del brazo y me salva de la caída. Levanto la mirada para darle las gracias y veo la cara de mi padre, joven, sonriente. Me ayuda a sacudirme la tierra de las rodillas y caminamos juntos de la mano. Torpemente, enlazo una zancada con la siguiente. En la fuente más cercana, me refresco y limpio la herida. Papá se sienta en un banco y me dice con gestos que siga, que ya me alcanzará. Apenas he dado un centenar de pasos cuando toda mi atención se dirige hacia mis pies. Un repentino dolor en las puntas de los dedos me hace detenerme; el calzado se me ha quedado pequeño. Mis piernas se vuelven largas y gráciles, y gano varios centímetros de altura. En ese momento, aparec

Finalista del mes de febrero del Concurso de microrrelatos del Círculo Cultural Bezmiliana (V edición)

UN BANQUERO EN EL BANCO Cuando llegó el frío, todos los cajeros estaban ocupados, así que elegí un banco junto a una iglesia para instalarme. Pensé que sería un buen lugar para pedir, pero comprobé que la misericordia sólo se practica de puertas para adentro. Cansado de la indiferencia, me fui de allí proclamando a viva voz mi deseo de solicitar la apostasía. Siguiendo los consejos de los veteranos, opté por un supermercado. La generosidad de la gente me colmó de todo tipo de productos; con las hierbas, me hacía cigarros. Pronto, se me conoció en todo El Rincón como «el yonqui de las especias». Quise abrir una herboristería, pero el banco no me concedió el crédito y me dijeron, toma cilantro, por lo menos te hará sonreír. Al otro lado de la ventanilla, aún colgaba mi retrato de la pared del que fue mi despacho, antes del despido que me llevó al anonimato.

Voluntarios magos

Los primeros días era divertido estar en casa, sin tener que ir al colegio, pero ahora me aburro un poco y echo de menos a mis amigas. Nos vemos por la cámara del móvil de mamá, pero no es lo mismo. Lara está empezando a andar y papá se pasa todo el día corriendo tras ella. Yo le ayudo a recoger mi habitación, a hacer la comida y a cuidar de mamá, ya que su cuidadora se tiene que quedar en casa con sus hijos. Un día, mamá me sentó sobre sus piernas y me paseó por la casa en la silla de ruedas. Jugamos a que somos piratas y, en nuestro barco, teníamos que encontrar el tesoro. Esa vez, estaba dentro de mi lapicero, y era una moneda de chocolate riquísimo. Después, me explicó que este año va a ser diferente a los otros debido al coronavirus, pues no ha habido Semana Santa, ni habrá fiesta de graduación, ni sabemos si podremos ir a la playa este verano… ¡Pero la Navidad se ha adelantado! Eso no me lo ha dicho, pero yo lo sé. Esa misma mañana, mientras Lara y yo veíamos los dibujos en

Primer premio del IV Concurso de Microrrelatos Círculo Cultural Bezmiliana

Empecé hace unos años a participar en concursos literarios con, sinceramente, pocas esperanzas de ganar; era, más bien, una manera de entrenar mi imaginación, con la presión de cumplir con los plazos establecidos. Una noche del pasado mes de septiembre, repasando la lista de concursos cuya fecha límite de admisión correspondía al día siguiente, me llamó la atención uno convocado en mi ciudad natal, Málaga. A pesar del escaso tiempo con el que contaba, decidí probar suerte. Un domingo cualquiera, en el recorrido habitual por las redes sociales, vi un correo en la bandeja de entrada, relacionado con el citado concurso. Mi microrrelato había resultado ganador, ante mi sorpresa e incredulidad. No sé si será el único premio que reciba, pero lo que sí se es que me ha dado el impulso que necesitaba para regar mi pasión por la escritura a diario. http://rinconcultural.org/circulocultural/features/69-evento-15

A Jara

Llegaste en silencio y en silencio te has ido dejando conmigo un ruido tremendo. Recuerdo que abrazaste todo mi espacio y yo te abracé más fuerte que el tiempo. El pasado es ahora quien muerde los pies y el futuro late a un ritmo más lento. Qué equivocados están los que os abandonan los que aprietan el gatillo porque sois sólo perros. No saben que la bondad más profunda y sincera, como un juramento, te mira desde abajo como se mira a los dioses. Ahora miro hacia arriba para verte aunque no estés; siempre serás. Quizá con otro nombre, otra historia, otro ladrido. Otra manera de decir lo mismo. Me esperas. Te espero. Volveremos a vernos. Te prometo en futuro. No puedo conjugar tu nombre en pasado pues lo pasado se apaga y tu brillo es eterno.
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Revista Zoque, edición n° 11. Imposibles no tan improbables. Gracias, Pilar. - A veces quema; otras, dibujo ángeles con mi cuerpo. Y son demasiadas veces las que dudo que existan allí arriba.

Loros y acrílico

Uno es de donde duele de donde nace la cadena que va enredando. Uno siente lo que tacha y tacha lo que no quiere sentir. No sólo de muerte es la tragedia y la cadena va apretando y apretando y hay muchas formas de morir. Las palabras dicen sólo letras y hay letras -y palabras- que no existen pero esconden un aborto de realidad que muere por nacer o que duerme. Cuándo vais a despertar. Os siento dentro, inquietas, buscando verdad a la que aferraros. Porque todo lo que existe tiene nombre pero no todo   lo que no tiene nombre no existe. Naceréis, palpitantes, de mí, de esta implosión que salpica a cuanto me rodea. Sin nombre somos aire; sin memoria, un instante. Os doy la libertad de no ser. No tocáis los diccionarios pero sois tan reales como la luz. Aquélla que usa el escritor para salvarse cuando pasan y se detienen estrellas fugaces en las noches de recordar. Uno es de donde llueve no sólo de donde nace también de donde muere. De donde aprende a olvidar .