Espera




Nos pasamos la vida esperando.
A veces basta con mirar la vía del tren y ver que no va a venir... o leer en un cartel antiguo sus borrosas letras que te invitan a no seguir esperando porque no hay nada que esperar.
Pero tú, ilusa e ingenua alma, te sientas y sigues mirando con la esperanza de que aparezca de repente una luz, el destino incipiente, que grita tu nombre e ilumina tus ojos, que se abren de par en par siguiendo cada paso acelerado del vagón hasta que se detiene frente a ti y te abre las puertas a otro mundo, a donde tú quieres ir.
Y ahora, ¿a qué esperas? Ya sabes que el tren no va a venir. Levántate, pues. Corre, huye. Tus piernas son ahora el vehículo que te llevará lejos, tan lejos que echarás de menos el estar cerca, en la vía, con una ilusión que llega tan pronto como se va.
Es fácil, ponerte en pie y caminar, sin mirar atrás. Sin embargo, como era de esperar, sigues mirando hacia atrás. Cualquier relámpago tenue allá en el infinito te recuerda a la cálida luz a la que llamabas hogar.

A veces, en uno de estos días en los que camino junto a la vía del tren recordando, como hoy, pienso en por qué sonrío aún, por qué me empeño en buscar salidas si sé que no quiero salir, me pregunto a qué debo esperar, qué es lo que me espera.
La espera nos revienta por dentro y espande sus raíces por nuestro interior hasta salir por la boca en cada suspiro desesperado. Ya lo dicen, quien espera, desespera.
Nunca me han gustado las salas de espera, y parece que el tiempo piensa igual que yo, pues no se digna a pasar por allí.
Me pregunto si realmente existe un lugar en el que los jugadores no tengan que esperar en el banquillo para salir a jugar, o no haya que esperar a la noche para tomar la cena, donde en las orquestas el violín no espere a que se luzca el piano, donde se ame sin esperar lo mismo, o donde cada sonrisa carezca de expectativas.
Se ganaría tanto tiempo sin tener que esperar...
Al fin y al cabo, nos debe de gustar en el fondo porque vivimos esperando la muerte.

Y yo, mientras camino cerca de la vía que conduce al mar, sigo esperando a que venga el tren...

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