El camino de la vida (Relato premiado en el concurso #HistoriasdelCamino de ZENDA)
204,8 kilómetros se abren ante mí. Tomo aire y empiezo el camino con una mochila como equipaje, y la naturaleza como copiloto. El sonido de los pájaros y el crujir de las ramas en nada se parecen al de los coches y la rutina. Una piedra en medio del sendero me saca del ensimismamiento. Por suerte, una mano me agarra fuerte del brazo y me salva de la caída. Levanto la mirada para darle las gracias y veo la cara de mi padre, joven, sonriente. Me ayuda a sacudirme la tierra de las rodillas y caminamos juntos de la mano. Torpemente, enlazo una zancada con la siguiente. En la fuente más cercana, me refresco y limpio la herida. Papá se sienta en un banco y me dice con gestos que siga, que ya me alcanzará. Apenas he dado un centenar de pasos cuando toda mi atención se dirige hacia mis pies. Un repentino dolor en las puntas de los dedos me hace detenerme; el calzado se me ha quedado pequeño. Mis piernas se vuelven largas y gráciles, y gano varios centímetros de altura. En ese momento, aparec